25 ene 2012

Vengo de la quinta.

Hoja A1.

Ahora estoy en la sexta hoja. Tengo una chimenea que tira un humo con forma de cinco, abajo, a la izquierda. Pero hacia la derecha nada. Vacío. Es parte del plan. De pronto un pasto visto de abajo se hizo la cabellera de un tipo que terminé siendo yo. Por casualidad al principio, y deliberadamente después. Como me da pereza terminar los cuerpos apoyé su tronco en una mesita de luz que comparte con un florerito de tres pobres margaritas. El florerito tiene todavía la etiqueta con el precio, pero está tan chiquito y lejos que no se puede leer. Del hombro del barbudo sale una bandera, un banderín de los de siempre. Y en la remera, a la altura del corazón hay un cinco.

A la izquierda de la mesita de luz (patas arriba ahora), apareció un buque que lleva una fábrica con su chimenea y su humo encima. Y a la derecha del buque con fábrica (entre las patas de la mesa de luz invertida) hay un pequeño barrio con ranchos, otras fábricas, escaleras de mano, banderines, damajuanas de vino, un sioux de perfil y un bicho eme mayúscula con lengua puntiaguda. Abajo del buque está el cerro y el río, como tantas veces. Y de la oreja de mi autorretratito invertido sale algo como un pañuelo oscuro. Quizá una cinta.
Al borde del barrio y cambiando de plano aparece una joven. El perfil del rostro de una joven que resultó ser bastante bonita. Tras su cara se ven tubos irregulares (como venas o tripas) que salen de otro buque, algo más grande, que no es sino el remate de la gigantesca mano de la hoja de abajo.

Detrás de todo esto hay un par de fábricas que se elevan. Una de ellas tiene las puntas pájaro y su humo se une con el de una fábrica de la hoja izquierda. Arriba de las fábricas hay una luna con tres cerros y un río. En el borde de la luna, del otro lado de los cerros, se ve un diminuto rancho humeante con su arbolito y su banderín alto. Una nave espacial parece que viene a visitarlo disparada desde la fábrica chica, la que está medio oculta por la regordeta nube a rayas. Pegadito a esa fábrica hay un rancho con la cruz del sur encima. Se ve chiquito por el tamaño del pájaro que entra diciendo ¡pi! por el margen derecho de la hoja (tarde o temprano se llega). Por atrás del ¡pi! puede verse una escalera de 9 peldaños. Mi maestra de primer año me diría "vamos muy bien".

De la fábrica que tira un humo mano (la que está al lado de la que se eleva), sale un caño que expulsa una nube blanca que apenas se sobrepone a un nueve bastante voluminoso que se apoya en la escalera de la maestra. Y por atrás de la estela zigzagueante de la nave espacial hay una chimenea enorme, que expulsa un humo tan grande que se sale hacia la próxima hoja a la derecha. La que ahora está blanca, vacía. Y en la que mañana apercerá vaya uno a saber qué.

2 comentarios:

  1. Me gusta el relato porque ahora, cuando vuelva a ver el dibujo, que no para de crecer, necesariamente va a ser de esta misma manera, como si tuviera que contárselo a alguien. Tiene algo pesadillesco el asunto.

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  2. "Si yo tuviera que hacer un dibujo basado en la descripción del texto, ya habría huido en la nave espacial. Pero como no soy artista, me limito a mirar la obra y pensar en la exuberancia del creador, que es mucha y que el resultado está buenísimo. Lástima que no se le ve el precio a la mesita..."

    Comentario de Daisy Cabrera Banega.

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